SEÑOR DIRECTOR:
El proyecto para elevar la participación femenina en los directorios de sociedades anónimas, ingresado al Congreso esta semana, debe ser celebrado no solo por las mujeres, sino por todo el entorno empresarial, ya que las compañías ganarán con este avance.
Una apuesta así no tiene que ver con un apoyo moral hacia el género o con la mera paridad. Integrar mujeres en los directorios permite que las decisiones se tomen de manera distinta y mejor, porque un directorio diverso ofrece una visión más amplia del mercado, de la industria y de la propia organización. Hoy las mujeres tienen una representatividad de solo 12,7% en los directorios de las firmas fiscalizadas por la Comisión para el Mercado Financiero, así que urge el cambio.
De acuerdo con lo propuesto, en seis años debiéramos ver crecer la presencia femenina en directorios a 40%. ¿Podría ser más? Probablemente, pero me parece razonable partir por una meta alcanzable, sobre todo cuando todavía muchos piensan en esto como “beneficencia de género”. Tomará su tiempo y, muy seguramente, avanzará de la mano del cambio generacional. No soy una fanática de las cuotas, pero son un elemento de obligatoriedad que ayuda a acelerar el proceso de cambio.
Existen mujeres preparadas para asumir roles de relevancia en las compañías. Basta con ver la tasa de profesionales que salen cada año de las universidades y la evolución en las propias empresas listadas en el IPSA, cuyo número de directoras pasó de 33 en 2021 a 45 este año. El país da pasos hacia un ecosistema empresarial más preparado para manejar la incertidumbre. Quizás también es el momento de preguntarnos, ¿cómo hacemos para reconocer y atraer ese talento?
María Emilia Correa, Cofundadora de Sistema B y directora de G100.
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