Khalida Brohi comenzó el conversatorio hablando sobre su entorno en Pakistán. La joven pertenece al pueblo Brahui, quienes practican la religión del islam. En esta cultura, los matrimonios arreglados aún son parte de la cotidianeidad de la comunidad y las mujeres son casadas muy jóvenes para pasar a ser incluso segundas mujeres. En la localidad, los habitantes que son sospechosos de tener relaciones fuera de los acuerdos son sometidos a “asesinatos por honor” donde la familia de los implicados le quitan la vida para mantener el prestigio del clan.

Tras presenciar la muerte de su mejor amiga bajo estas circunstancias, a los 15 años Khalida supo que iba a luchar por los derechos de las mujeres. Creó un grupo en Facebook en contra de esta costumbre, iniciando el año 2008 la campaña “Wake Up”, que rápidamente tomó fuerza a nivel mundial.

Paralelo a “Wake Up”, el 2014 la joven decidió comenzar una fundación para ayudar a las mujeres de su pueblo a salir de matrimonios violentos y erradicar los asesinatos por honor. Así nació Sughar, que significa “mujeres empoderadas” en urdu, desde donde busca potenciar el crecimiento económico y personal de sus congéneres, quienes no habían recibido ningún tipo de educación. Muchas mujeres no tienen conocimiento de que tienen derechos, pues es así como el Estado busca mantener el control.

En Sughar, Khalida busca desafiar las creencias culturales negativas con educación e información sobre los derechos que tienen a través del trabajo de las mujeres Brahui: el bordado tradicional que luego se vende a la industria de la moda. Así, su estrategia es ir a una villa, donde generalmente vive solo una tribu -compuesta por primos de una misma gran familia- y, en primer lugar, trabajan con el líder para así poder acceder a trabajar con las mujeres del pueblo, se hace de esta manera para evitar que los hombres se enojen, ya que sienten que van tras sus espaldas y que se enseñan conductas anti islámicas.

Una vez superada esta barrera, se crea un centro de reunión donde -durante seis meses- se imparten talleres a tres mujeres de la comunidad que cuentan con habilidades de liderazgo, bordado, lectura, etc. y se busca que ellas sean profesoras del resto por seis meses, compartiéndoles conocimientos sobre cómo generar ingresos utilizando sus habilidades; educación básica -por ejemplo, cómo escribir su nombre-; se les enseña a ahorrar e invertir para comenzar sus emprendimientos; y, por último, les enseñan sobre sus derechos como mujer y cómo defenderlos.

Khalida destacó la importancia de crear estrategias para lograr un objetivo y/o soluciones. Cuando era pequeña y lloraba, su papá la consolaba mientras le decía “mi hija no llora, ella crea estrategias”, en ese momento no encontraba el sentido de lo que le decía, pero más grande entendió que para crear un cambio, necesitaba un plan y saber cómo lo iba a llevar a cabo.

Su gran consejo para alguien que piensa en hacer un emprendimiento social es perderle el miedo a generar dinero, pero siempre tener en vista para qué va a ser utilizado éste. Al comienzo ella relacionaba el negocio con algo negativo, generar ingresos solo para uno mismo. Sin embargo, se dio cuenta que era un pensamiento limitante, que no le permitía abarcar todo lo que ella quería.

En ese momento, cerca de 2015, mientras continuaba su activismo, Brohi se casó con David, un ítalo-americano; la pareja fundó The Chai Spot en Manhattan y en Sedona. Se trata de una empresa social de construcción de la paz centrada en la promoción de las artes y la hospitalidad pakistaní, al tiempo que trabajaban para hacer crecer los proyectos de la Fundación Sughar en Pakistán.

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